miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los hijos del Chimborazo


Los hijos del Chimborazo[1]
Ecuador.


Taita Chimborazo (6.268 msnm), Chimborazo.
En tiempos muy antiguos, la madre Tungurahua acusaba a su esposo de qué no le podía dar hijos blancos como ellos[2]. En represalia, solía escupirle el lodo y la ceniza que hervía en su vientre. El Padre Chimborazo por su parte, lleno de amor propio y de virilidad, no quiso que su esposa continuara escupiéndole. Así pues, hizo que una hermosa joven pasara por sus faldas en persecución de su oveja perdida, que el Padre Chimborazo dejó escapar por las breñas. Y así fue ella a sus plantas halló un hermoso frijolito de piel blanca. Lo recogió cariñosamente y lo aprisionó en la cintura, entre la faja y su vientre maternal. Así se obró el prodigio del Padre. El frijolito buscó camino y se introdujo en el vientre de la joven. Y desde ese instante el vientre de la ungida fue creciendo día a día, mes a mes, hasta que al cabo de nueve lunas y unos poquitos días más, alumbró un hermoso niño parecido al Padre Chimborazo: piel blanca, cabellos dorados, igual al Apu  de la nieve. Este fue el primogénito del Padre Chimborazo. Recordando estas cosas, todos sostienen que estos son hijos del monte.

Mama Tungurahua (5.023 msnm), Ecuador.
Es por eso que nuestros mayores creen que el fréjol abulta el vientre, más aún cuando se lo come cocido y frío. Y existen también abuelitos que aconsejan a las jóvenes no caminar por las faldas de los montes ya que éstos procrean con las doncellas.
                                                                                     




[1]  Cuento popular andino, pág. 83.
[2] La referencia es a los albinos, considerados en la cultura quichua del Ecuador como hijos de los cerros.



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