Los hijos del
Chimborazo[1]
Ecuador.
Taita Chimborazo (6.268 msnm), Chimborazo. |
En tiempos muy antiguos, la madre
Tungurahua acusaba a su esposo de qué no le podía dar hijos
blancos como ellos[2].
En represalia, solía escupirle el lodo y la ceniza que hervía en su vientre. El
Padre
Chimborazo por su parte, lleno de amor propio y de virilidad, no
quiso que su esposa continuara escupiéndole. Así pues, hizo que una hermosa
joven pasara por sus faldas en persecución de su oveja perdida, que el Padre
Chimborazo dejó escapar por las breñas. Y así fue ella a sus plantas halló un
hermoso frijolito de piel blanca. Lo recogió cariñosamente y lo aprisionó en la
cintura, entre la faja y su vientre maternal. Así se obró el prodigio del
Padre. El frijolito buscó camino y se introdujo en el vientre de la joven. Y
desde ese instante el vientre de la ungida fue creciendo día a día, mes a mes,
hasta que al cabo de nueve lunas y unos poquitos días más, alumbró un hermoso
niño parecido al Padre Chimborazo: piel blanca, cabellos dorados, igual al Apu de la nieve. Este fue el primogénito del Padre
Chimborazo. Recordando estas cosas, todos sostienen que estos son hijos del
monte.
Mama Tungurahua (5.023
msnm), Ecuador.
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Es por eso que nuestros mayores creen que el fréjol
abulta el vientre, más aún cuando se lo come cocido y frío. Y existen también abuelitos
que aconsejan a las jóvenes no caminar por las faldas de los montes ya que
éstos procrean con las doncellas.
[1] Cuento popular andino, pág. 83.
[2] La
referencia es a los albinos, considerados en la cultura quichua del Ecuador
como hijos de los cerros.
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