sábado, 4 de febrero de 2012

¿“LO INDIGENA” ES UNA IDENTIDAD CULTURAL O UNA IMPOSTURA COLONIAL?

 Por: Aureliano Turpo*
La Paz, 16 de Enero del 2012.

Desde hace un buen tiempo atrás, distintos medios de comunicación nacional e internacional se han venido ocupando del gobierno indígena de Bolivia, sobre todo, intelectuales mestizos de la “clase media pequeño burgués”, vienen recreado la temática indigenista a partir de la “Declaración de los Derechos Indígenas de la ONU”, con muy poca reflexión por los intelectuales kechuas, aymara o amazonenses de la hoy mal llamada América del Sur. Recientemente en el dominical de Página 7 del  8/Enero/012: Ideas Política y artes, ha consagrado una interrogante “¿Qué  significa identificarse  indígena en el país”…La condición indígena en Bolivia, un debate que no tiene fin.  En este mismo periódico, el 15 del presente mes, aparece otro comentario referido a la “hispanidad latinoamericana”, que presumiblemente de esta manera se inicia el renacimiento del espíritu de reconquista del “íbero-mestizo sudamericano”, que en próxima nota abordaremos el tema.
Considero que es importante hacer una breve mirada retrospectiva de nuestro proceso civilizatorio tiwanakota y tawantinsuyano, para alumbrar las equivocaciones imprimidas por los colonizadores del siglo XVI y sus herederos  criollo-mestizos republicanos. A la luz de los hechos etnohistóricos de hoy, se constata, que en territorio tawantinsuyano no hubo imperios, propiedad privada, ni clases sociales, que son el sustento teórico de muchos intelectuales de la derecha y la izquierda para descalificar los saberes y conocimientos de los hombres y mujeres que construyeron nuestra civilización tawantinsuyana, que no tiene parangón en el mundo. Aquí, los procesos civilizatorios de las cuatro regiones tawantinsuyanas se desarrollaron dentro de los Florecimientos Culturales Regionales (FCR), con sus propias características socio-económicas, políticas y culturales, diferentes a los Modos de Producción Europea (MP), que evidentemente tiene su propio proceso de desarrollo y evolución.
En 1492, el ilustre judío-cristiano Cristóbal Colón, a los primeros habitantes del continente abyayalense, los adgetivisó como “INDIOS”. Este adjetivo racista ha servido por centenares de años como instrumento de colonización hispanista y latinoamericano, como un arma eficaz para sojuzgar y despreciar a los primeros habitantes de la hoy mal llamada América Latina-Hispana. Sobre todo, ha servido para negar la identidad pluricultural de las distintas expresiones étnico-culturales del continente. En el territorio Tawantinsuyano, ocurrió la misma conducta racista de los criollos-mestizos, que con el término “indio”, implementaron toda una política colonial que llegó a institucionalizar el genocidio, el etnocidio y el terracidio, que perdura hasta la actualidad (1526-2012).
Los llamados indios, a lo largo de la historia colonial española y republicana han enfrentado violenta y pacíficamente la envestida bárbara (barbudos) de los puka kunkas españoles, por el que se hicieron propietarios del territorio, de los recursos naturales y de los hombres y mujeres kollasuyanos y tawantinsuyanos. El despojo ha sido bendecido por la iglesia católica que benefició al monarca español y sus descendientes hispanos latino sudamericanos en particular. Esta identificación obedecía a la necesidad de consolidar la expansión colonizadora del Vaticano a la cabeza del Papa Bórgia, para lo que se empeñaron en “cristianizar y  castellanizar al indio salvaje”, para acrecentar la grey de Dios y las arcas del rey.
Durante la república (1809-2012), el adjetivo “indio” se ha mantenido en la misma esencia del racismo español, alternándose con el adjetivo menos agresivo, postulado por los mestizos escribientes de la década del 30 del siglo pasado, como consecuencia de la creación de los Institutos Indigenitas Interamérica (III), que tuvo su partida de nacimiento con el Presidente mexicano Lázaro Cárdenas de México. Los criollos-mestizos latino-sudamericanos desde su posición de poder económico y político, emprendieron políticas públicas de asimilación, desarrollando el indigenismo paternalista, para amainar las rebeliones e insurgencias históricas y políticas del pueblo kechua, en contra de los terratenientes, gamonales civiles, clericales y militares que se adueñaron de las tierras comunitarias, ricas en minerales, caucho, guano de islas, gas, petróleo y otras riquezas naturales de los kechuas, aymaras y amazonenses principalmente.
Como se comprenderá, hoy día tenemos expertos que definen quién es “indio, indígena, campesino”, incluso la Nueva Constitución de Bolivia consagra estos conceptos para identificar a los pueblos y naciones descendientes de la gran civilización tiwanakota, donde no hubo indios, indígenas ni campesinos. Lo que ha existido han sido pueblos ancestrales como los lupakas, urus, pukinas, kollas de lengua kechua o aymara, como también los ashaninkas, shipibos, tupiguaraníes, takanas y otros pueblos de la amazonía kollasuyana-tawantinsuyana. Estos pueblos han definido y consolidado sus naciones como resultado de su proceso civilizatorio, que los invasores españoles y latino sudamericanos no han entendido hasta el día de hoy, de ahí que ha sido más fácil asimilarlos al desarrollo socioeconómico y político de los modos de producción clasista europeo.
Ahora bien, a partir de la institucionalización del colonialismo mental republicano observamos, como el colonialismo salvaje de la colonia y de la república han negado y niegan la IDENTIDAD PLURICULTURAL de los primeros habitantes de la civilización tiwanakota-tawantinsuyano, para imponer la identificación social como bolivianos (Bolívar), latinoamericanos, sudamericanos (Américo Vespucio), que hacen coro a las denominaciones de indio (sin dios), indígena (indigente), campesino, proletario, pequeño burgués, burgués (clasificación marxista). De otro lado, adjuntan la denominación de clase alta, media y baja (percepción burguesa) en oposición a la identificación clasista de los dogmáticos marxistas latinoamericanos. Todas estas identificaciones no responden a la definición de la identidad cultural, la pertenencia territorial y a la personalidad etno-histórica de los kechua hablantes, aymara hablantes y los plurilingües hablantes de la amazonía.
Es importante señalar que existe una gran diferencia entre “identidad” e “identificación”, sea esta cultural o territorial con conceptos asimilatorios, recreados por los intelectuales mestizos, que inconcientemente se expresan no pertenecientes a una identidad cultural. Ser latino americano por ejemplo, no es expresión de identidad cultural, mucho menos de pertenencia territorial ni personalidad etnohistórica de los kechuas, aymaras, amazonenses y de otros pueblos que habitan el territorio ancestral tawantinsuyano, hoy colonialmente denominado “Sudamérica”. Lo mismo se puede decir, de lo peruano, chileno, argentino, ecuatoriano, que son identificaciones del terracidio emergente de la guerra de la independencia de los españoles americanos del ochocientos. La república define su identidad colonial como nacionalidad y no como nación.
En Bolivia y Sudamérica no se ha iniciado aún un debate serio, sobre la identidad pluricultural, plurilingüe y plurinacional, como consecuencia de la colonización mental, instituida por los estamentos de la república unitaria. La proclamación de que: “Bolivia se constituye en Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario,…” (Art. 1º de la Nueva Constitución Política del Estado boliviano). Aquí vale señalar que no se esta constitucionalizando el Estado Plurinacional, sino, Bolivia como un “Estado Unitario Social”, que no tendría mayor diferencia que el “Estado-Nación  de Derecho Positivo” de la Bolivia republicana. En consecuencia, ¿Qué diferencia hay entre el derecho plurinacional y el derecho positivo? ¿El derecho romano es sustento del derecho positivo y cuál del derecho plurinacional?, son algunas preguntas para el debate y de esta manera encontrar correctamente el carácter de la sociedad y todo lo que implica descolonizar el Estado desde el Estado. Entiendo que los “especialistas” del tema como Chivi, Alvo y Spedding nos tienen las respuestas, sin embargo, sería importante que los profesionales e intelectuales kechuas, aymaras digan su palabra, en el sentido de sí se identifican como indígenas o rescatan su identidad cultural tiwanakota-tawantinsuyano.

* PhD. Etnólogo-Antropólogo Kechua


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