En la provincia del Tungurahua se
cree que, en raras ocasiones, durante las noches y en los lugares solitarios
aparece el Carbunco, un perrillo de ojos de fuego que entrega o vomita una bola
de oro con piedras preciosas a algún elegido de la buena suerte; pero, al
recibir, no hay que dar cabida o alimentar a la codicia o la ambición porque
-de inmediato- el carbunco lo descubre, quita el tesoro y se lo traga,
desapareciendo inmediatamente.
Especie de piedra preciosa y de
poderes mágicos.
En otra variante del mito, el
Carbunco aparece en la forma de un gato negro.
Cerca de Cañar vivía por el
sector de Narrío un hombre que vio cierta noche bajar desde el montículo
un gato negro. La noche era sumamente helada, clima como para no atreverse
a
salir de los hogares.
Este hombre tomó la resolución de
interceptar en el camino al gato negro. Se puso al frente del gato que, en
cuanto lo descubrió el campesino, se paró. Entonces, empezó a brillar la
frente del animal hasta enceguecer al valiente campesino.
Él no hizo más que arrancarse la
cushma (vestimenta) y botarla sobre el gato, una vez que le
inmovilizó se lo llevó a la casa. De cualquier forma, arrancó de la frente
del animal el objeto
brillante y le soltó al gato.
Todo fue normal hasta el día
siguiente al anochecer. Al caer las sombras oyó clamar detrás de la casa
una voz fúnebre:
- devuélveme el diamante,
devuélveme, te daré lo que quieras.
El campesino respondió ante la
insistencia:
- Soy pobre, dame una yunta y
unas mulas.
Desapareció la voz; y al
amanecer, en el corral estaba todo lo que pidió el hombre.
Pasó el tiempo y la voz reclamaba
constantemente
- Devuélveme el diamante.
La mujer del hombre afortunado le
rogó:
favor devuelve esa cosa, no
puedo aguantar más este miedo.
Una vez que devolvió el diamante,
desapareció el Carbunco, pero desapareció también toda la riqueza del
campesino.
Vásquez, O. E. (2010). En Mitología ecuatoriana. Quito: Corporación Editora Nacional
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