El Camino del Inca, sinónimo de grandeza del imperio, es la obra que unificó a los pueblos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Una reseña de la obra.
Memoria andina, tradición oral, mitología, identidad. apus, folklore, historia, costumbres, fiestas, religión de la Región Andina y América Latina.
sábado, 4 de febrero de 2012
CAPAC ÑAN
El Camino del Inca, sinónimo de grandeza del imperio, es la obra que unificó a los pueblos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Una reseña de la obra.
¿“LO INDIGENA” ES UNA IDENTIDAD CULTURAL O UNA IMPOSTURA COLONIAL?
Por: Aureliano Turpo*
La Paz, 16 de Enero del 2012.
Desde hace un buen tiempo atrás, distintos medios de comunicación
nacional e internacional se han venido ocupando del gobierno indígena de
Bolivia, sobre todo, intelectuales mestizos de la “clase media pequeño
burgués”, vienen recreado la temática indigenista a partir de la
“Declaración de los Derechos Indígenas de la ONU”, con muy poca
reflexión por los intelectuales kechuas, aymara o amazonenses de la hoy
mal llamada América del Sur. Recientemente en el dominical de Página 7
del 8/Enero/012: Ideas Política y artes, ha consagrado una interrogante
“¿Qué significa identificarse indígena en el país”…La condición
indígena en Bolivia, un debate que no tiene fin. En este mismo
periódico, el 15 del presente mes, aparece otro comentario referido a la
“hispanidad latinoamericana”, que presumiblemente de esta manera se
inicia el renacimiento del espíritu de reconquista del “íbero-mestizo
sudamericano”, que en próxima nota abordaremos el tema.
Considero que es importante hacer una breve mirada retrospectiva de
nuestro proceso civilizatorio tiwanakota y tawantinsuyano, para alumbrar
las equivocaciones imprimidas por los colonizadores del siglo XVI y sus
herederos criollo-mestizos republicanos. A la luz de los hechos
etnohistóricos de hoy, se constata, que en territorio tawantinsuyano no
hubo imperios, propiedad privada, ni clases sociales, que son el
sustento teórico de muchos intelectuales de la derecha y la izquierda
para descalificar los saberes y conocimientos de los hombres y mujeres
que construyeron nuestra civilización tawantinsuyana, que no tiene
parangón en el mundo. Aquí, los procesos civilizatorios de las cuatro
regiones tawantinsuyanas se desarrollaron dentro de los Florecimientos
Culturales Regionales (FCR), con sus propias características
socio-económicas, políticas y culturales, diferentes a los Modos de
Producción Europea (MP), que evidentemente tiene su propio proceso de
desarrollo y evolución.
En 1492, el ilustre judío-cristiano Cristóbal Colón, a los primeros
habitantes del continente abyayalense, los adgetivisó como “INDIOS”.
Este adjetivo racista ha servido por centenares de años como instrumento
de colonización hispanista y latinoamericano, como un arma eficaz para
sojuzgar y despreciar a los primeros habitantes de la hoy mal llamada
América Latina-Hispana. Sobre todo, ha servido para negar la identidad
pluricultural de las distintas expresiones étnico-culturales del
continente. En el territorio Tawantinsuyano, ocurrió la misma conducta
racista de los criollos-mestizos, que con el término “indio”,
implementaron toda una política colonial que llegó a institucionalizar
el genocidio, el etnocidio y el terracidio, que perdura hasta la
actualidad (1526-2012).
Los llamados indios, a lo largo de la historia colonial española y
republicana han enfrentado violenta y pacíficamente la envestida bárbara
(barbudos) de los puka kunkas españoles, por el que se hicieron
propietarios del territorio, de los recursos naturales y de los hombres y
mujeres kollasuyanos y tawantinsuyanos. El despojo ha sido bendecido
por la iglesia católica que benefició al monarca español y sus
descendientes hispanos latino sudamericanos en particular. Esta
identificación obedecía a la necesidad de consolidar la expansión
colonizadora del Vaticano a la cabeza del Papa Bórgia, para lo que se
empeñaron en “cristianizar y castellanizar al indio salvaje”, para
acrecentar la grey de Dios y las arcas del rey.
Durante la república (1809-2012), el adjetivo “indio” se ha mantenido
en la misma esencia del racismo español, alternándose con el adjetivo
menos agresivo, postulado por los mestizos escribientes de la década del
30 del siglo pasado, como consecuencia de la creación de los Institutos
Indigenitas Interamérica (III), que tuvo su partida de nacimiento con
el Presidente mexicano Lázaro Cárdenas de México. Los criollos-mestizos
latino-sudamericanos desde su posición de poder económico y político,
emprendieron políticas públicas de asimilación, desarrollando el
indigenismo paternalista, para amainar las rebeliones e insurgencias
históricas y políticas del pueblo kechua, en contra de los
terratenientes, gamonales civiles, clericales y militares que se
adueñaron de las tierras comunitarias, ricas en minerales, caucho, guano
de islas, gas, petróleo y otras riquezas naturales de los kechuas,
aymaras y amazonenses principalmente.
Como se comprenderá, hoy día tenemos expertos que definen quién es
“indio, indígena, campesino”, incluso la Nueva Constitución de Bolivia
consagra estos conceptos para identificar a los pueblos y naciones
descendientes de la gran civilización tiwanakota, donde no hubo indios,
indígenas ni campesinos. Lo que ha existido han sido pueblos ancestrales
como los lupakas, urus, pukinas, kollas de lengua kechua o aymara, como
también los ashaninkas, shipibos, tupiguaraníes, takanas y otros
pueblos de la amazonía kollasuyana-tawantinsuyana. Estos pueblos han
definido y consolidado sus naciones como resultado de su proceso
civilizatorio, que los invasores españoles y latino sudamericanos no han
entendido hasta el día de hoy, de ahí que ha sido más fácil asimilarlos
al desarrollo socioeconómico y político de los modos de producción
clasista europeo.
Ahora bien, a partir de la institucionalización del colonialismo
mental republicano observamos, como el colonialismo salvaje de la
colonia y de la república han negado y niegan la IDENTIDAD PLURICULTURAL
de los primeros habitantes de la civilización
tiwanakota-tawantinsuyano, para imponer la identificación social como
bolivianos (Bolívar), latinoamericanos, sudamericanos (Américo
Vespucio), que hacen coro a las denominaciones de indio (sin dios),
indígena (indigente), campesino, proletario, pequeño burgués, burgués
(clasificación marxista). De otro lado, adjuntan la denominación de
clase alta, media y baja (percepción burguesa) en oposición a la
identificación clasista de los dogmáticos marxistas latinoamericanos.
Todas estas identificaciones no responden a la definición de la
identidad cultural, la pertenencia territorial y a la personalidad
etno-histórica de los kechua hablantes, aymara hablantes y los
plurilingües hablantes de la amazonía.
Es importante señalar que existe una gran diferencia entre
“identidad” e “identificación”, sea esta cultural o territorial con
conceptos asimilatorios, recreados por los intelectuales mestizos, que
inconcientemente se expresan no pertenecientes a una identidad cultural.
Ser latino americano por ejemplo, no es expresión de identidad
cultural, mucho menos de pertenencia territorial ni personalidad
etnohistórica de los kechuas, aymaras, amazonenses y de otros pueblos
que habitan el territorio ancestral tawantinsuyano, hoy colonialmente
denominado “Sudamérica”. Lo mismo se puede decir, de lo peruano,
chileno, argentino, ecuatoriano, que son identificaciones del terracidio
emergente de la guerra de la independencia de los españoles americanos
del ochocientos. La república define su identidad colonial como
nacionalidad y no como nación.
En Bolivia y Sudamérica no se ha iniciado aún un debate serio, sobre
la identidad pluricultural, plurilingüe y plurinacional, como
consecuencia de la colonización mental, instituida por los estamentos de
la república unitaria. La proclamación de que: “Bolivia se constituye
en Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario,…” (Art.
1º de la Nueva Constitución Política del Estado boliviano). Aquí vale
señalar que no se esta constitucionalizando el Estado Plurinacional,
sino, Bolivia como un “Estado Unitario Social”, que no tendría mayor
diferencia que el “Estado-Nación de Derecho Positivo” de la Bolivia
republicana. En consecuencia, ¿Qué diferencia hay entre el derecho
plurinacional y el derecho positivo? ¿El derecho romano es sustento del
derecho positivo y cuál del derecho plurinacional?, son algunas
preguntas para el debate y de esta manera encontrar correctamente el
carácter de la sociedad y todo lo que implica descolonizar el Estado
desde el Estado. Entiendo que los “especialistas” del tema como Chivi,
Alvo y Spedding nos tienen las respuestas, sin embargo, sería importante
que los profesionales e intelectuales kechuas, aymaras digan su
palabra, en el sentido de sí se identifican como indígenas o rescatan su
identidad cultural tiwanakota-tawantinsuyano.
* PhD. Etnólogo-Antropólogo Kechua
viernes, 3 de febrero de 2012
APUS, DIVINIDADES ANDINAS
La
religiosidad andina se percibe dentro de tres conceptos: espiritualista, animista
con algo de naturalismo. Para entenderlos desde la cosmovisión es pertinente
definir al espiritualismo como un sistema
de creencias religiosas andinas inherente al mundo material, es decir natural en
sí, esto incluye también a la propia naturaleza. En esta definición cabe el
culto a los espíritus que habitan en las montañas y la tierra cuya existencia
es independiente de sus hábitats materiales.
La
cosmovisión andina como llena de "algo de naturalismo", es decir,
como reconocedora de que la realidad natural posee cierta relevancia. Y finalmente
el animismo como la concepción de que "todo está animado y vivificado”, es
decir que todo lo que habita en la naturaleza está animado, por esta razón se
explican los fenómenos naturales como acciones de estos seres divinos.
Así pues la divinidad es consecuencia
de un proceso de personificación, mediante el cual se asigna a los seres de la naturaleza cualidades y
capacidades del hombre como son: "…pasiones
humanas, naturaleza humana, modeladas según las almas humanas; su sentimiento y
su simpatía,
su carácter y sus hábitos, su voluntad y sus acciones, incluso su materia y su
forma… "
Etimológicamente
la palabra Apu proviene del quechua apu, 'señor(a). Para los Incas es una
divinidad o Dios sagrado que puede estar en lugares como una montaña, una
laguna o un nevado.
Apu es el espíritu de la montaña,
de donde descendieron los ancianos y donde habitan los antepasados. Desde
la antiguedad, los andinos se reconocen como descendientes de los Apus y vinculaban sus paqarinas (lugares míticos de origen)
a estas deidades. Todo accidente geográfico tiene su historia y su
nombre e incluso hay los que se muestran con rostros. Tienen
un significado asociado a una divinidad, de acuerdo con la tradición de la zona
andina tutelaban a los habitantes de los valles que eran regados por aguas
provenientes de sus cumbres. Teniendo así el poder para controlar los
ciclos del agua, determinando el futuro de las sociedades agrícolas. En la
actualidad, los mitos sobre dioses-montaña siguen expresando
pautas ordenadoras de la vida cotidiana en los Andes.
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Pichincha bordeando la ciudad de Quito |
El vocablo Apu es
usado para designar a los espíritus que habitan en los cerros que bordean las comunidades
andinas actuales. Estos apus formaban parte de un sistema religioso que
concebía el espacio como un campo sagrado limitado por wakas-hitos. En el
pasado, las wakas permitían
dividir los sistemas de irrigación en secciones, determinadas por puntos
críticos conectados con la autoridad central a través de los seqes. Estas wakas albergaban santuarios regionales, y controlaban diversos
recursos animales.
Los Apus junto con la
Pachamama sirven para explicar el sentido del mundo y la existencia humana, así
como el orden general de las sociedades andinas. Los mitos sobre un Apu
necesariamente hacen un llamamiento a otras deidades tutelares con las cuales
guarda relaciones de mutua explicación en el complejo sistema religioso. Los lugares
donde habitan los Apus no son meros accidentes geográficos, son lugares sagrados
que las comunidades indígenas respetan y velan por su conservación y
permanencia en la memoria colectiva de sus pueblos. Dependiendo del lugar los
Apus también son llamados achachilas, wamanis o jirkas.
Los Apus son
considerados los ángeles de la
naturaleza en la cosmovisión religiosa Andina. Son los espíritus de las
montañas y viven físicamente en ellas, son encargados de Dios para proteger a
los seres humanos, son pastores de los hombres, intermediarios entre el Hanan
Pacha (mundo de los dioses) y el Kay Pacha (mundo terrenal). Ellos protegen
individualmente a cada ser, pero también lo hacen con un pueblo, una ciudad
toda una nación o toda la Tierra.
Entre ellos hay
jerarquías:
- Apu familiar se llama "Nuna Mitseq"
- Apu de un ayllu se llama "Ayllu Apu”
- Apu de una ciudad se dice "LLacta Apu"
- de un suyo "Suyuyoc Apu"
- el Apu de los 4 Suyos, o las 4 partes del mundo, se llama “ROAL”.
Los Apus también tienen
su versión femenina, estas son llamadas Ñustas, espíritus femeninos que cuidan
de los animales y las plantas. Viven también en los cerros, cuando se las
invoca aparecen de la tierra mientras los Apus masculinos del cielo. Para Núñez
del Prado existe una "estrecha correlación entre la elevación de las
montañas y la jerarquía de los espíritus que la habitan".
Testimonios de
la época de la Real Audiencia denotan los sexos de algunos Apus: “En la
audiencia de Quito, en San Andrés de Xunsci contaban los naturales que el
Chimborazo era varón y el Tungurawa hembra; ambos se comunicaban y visitaban
mutuamente”.
Tungurahua (Hembra) |
Chimborazo (Macho) |
En la tradición
se considera que los Apus son capaces de desplazarse de sus moradas naturales,
para presidir ceremonias rituales destinadas a propiciar su protección, y
también se los invoca para que acudan a curar enfermos que han sido desahuciados
por la medicina occidental. Dan cuenta de esto testimonios recogidos por
Gutmann en Pomacanchi de una ceremonia
realizada para llamar al Apu Ausangate, el protector de la ciudad de Cusco. También
la vivencia de Elizabeth Jenkins, psicóloga norteamericana, mientras vivía en
el Cusco y se iniciaba en el camino de la sabiduría andina. Los hombres se
sirven de la t’inka y los “pagos” (ofrendas) para propiciar buenas
relaciones con ellos, a su vez, el Apu
requería de un “servicio” o atención ritual para cumplir con sus
pedidos.
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Mesa o altar |
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Despacho u ofrenda tradicional |
Desde varias
décadas atrás se han asignado varios atributos a estas divinidades andinas, son
considerados como dueños de riquezas, poseedores de yacimientos de metales
preciosos, capaces de controlar el rayo, el granizo, la helada, y de fecundar
la tierra, favorecedores de la multiplicación del ganado, sedes de oráculos que
podían pronunciarse sobre lo pasado y lo venidero, ligados a los ancestros y a
los lugares de origen.
La ciudad de Quito también tiene varias elevaciones que bendicen a su población, la principal es el Pichincha, a sus faldas se asienta la ciudad y desde tiempos preincaicos fue el lugar donde habitaron las culturas ancestrales. También la rodean Cruz Loma, Itchimbia, San Juan y el Cerro Monjas. Lastimosamente sobre los mitos de estos Apus no hay información suficiente para ser publicada en este blog. Con respecto a dos Apus poderosos se conoce son pareja, incluso se habla de ellos en una crónica que se cita más arriba, se trata del Taita Cotopaxi y la Mama Tungurahua del que se dice su hijo es el Guagua Pichincha.
Itchimbía |
Cruz Loma |
Barrio San Juan |
Guagua Pichincha |
Fuentes:
- Elizabeth Jenkins: Iniciación en el corazón de los Andes
- http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/apus-cuatro-construccion-mundo-ciclos-mitologicos-deidades-monta%C3%B1a/id/34694988.html
- http://es.wikipedia.org/wiki/Apu_%28divinidad%29
- http://iglesianativa.galeon.com/cvitae1946151.html
- http://www.ugr.es/~pwlac/G27_13Daniela-di-Salvia.html
- Entrada realizada por: Soledad Morales, Cuarto "B" Facso
INTIHUATANA DEL PARQUE ITCHIMBÍA
Cuenta la historia que en el Itchimbía existió un Yata Pajtá (Quitu-Cara) o Intihuatana (Inca), que era un centro ceremonial de íntima relación con el cosmos. También servía de observatorio astronómico porque huata significa “amarrar al sol” o “descanso del sol”.
ARQUETIPOS.
En este lugar se puede apreciar los
opuestos-complementarios a cada lado del Intihuatana con dos fuentes,
una seca que representa la parte masculina y una húmeda que representa
la parte femenina. Esto equivale al equilibrio entre los dos
complementos de la vida, el hombre y la mujer.
SIMBOLISMOS:
SERPIENTE AMARU, SABIDURÍA EN EL CIELO Y LA TIERRA.
Amaru (serpiente en
quechua) es fundamental en la cosmología e iconografía andina. Simboliza al
agua, la fuerza del rayo, la continuidad, la vía láctea, los ríos, los caminos
sagrados, la unión entre el cielo y la tierra. Es un animal que con su fuerza
atraviesa mundos, buscando el equilibrio totalitario.
Un ser mítico que es mediador
entre la tierra y el sol.
Amaru es símbolo de sabiduría: el pasar por los Pachas
le concede el gozo de los conocimientos tanto del Jawa (Hanan) como del Uku, lo que
también se puede decir como que ese viajar entre los espacios le concede el
privilegio o la virtud de poder “ver” lo oculto para sacarlo a la luz.
Para el entendimiento judeo-cristiano la visión que se
tiene de la serpiente está ligada al mal o al demonio. En la Biblia, la serpiente es un animal maléfico, portador
de la desgracia, es por su culpa que Eva cae en el pecado al recibir el fruto
prohibido, y es por consumir de ese fruto que la humanidad entera nace con ese
“pecado original”.
En los Andes, los conceptos de espacio y tiempo están representados en un
único término, pacha. Pacha, precedido o seguido del término adecuado, puede
dar lugar a la determinación de lugares, la delimitación de fases históricas
o la expresión de presente pasado y
futuro. Es decir, presenta la facultad de aunar lo estático y lo dinámico, posibilidad que no existe en
la cosmovisión occidental-católica. [2]
2. Kay Pacha (mundo del presente y de aquí): en la cosmovisión andina, Kay Pacha es el nombre del mundo terrenal, donde habitan los seres humanos y pasan sus vidas.
3. Uku Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos): en la mitología andina, Uku Pacha era el mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar. Las fuentes, cuevas u otras de las aberturas de la superficie terrestre eran consideradas líneas de comunicación entre el Uku Pacha y el Kay Pacha.
En la cosmología
Inca, Amaru es Anaconda, la serpiente del agua. En su esencia van asociadas
nociones centrales de esta cosmología, tales como ancestros, cielo, tierra,
ríos, quebradas, lluvia, canales de riego, piedras, cuevas, fertilidad y
procreación.
Distintas fuentes
de cronistas mencionan la importancia de Amaru y su papel en la cosmología Inca.
Se indica que los Incas descienden de amarus y serpientes, siendo
éstos, por lo tanto, considerados como ancestros de los Incas.
En un relato de
Santacruz Pachacuti Yamqui[3]
acerca de un acontecimiento milagroso ocurrido en la época del nacimiento del
Amaru Topa, hijo de Pachacuti, nacido en Vilkas. Se refiere a la aparición en
el cielo de un animal mitad dragón mitad serpiente, que viajó por el aire desde
las montañas de Pachatusan sobre Yungaypampa hacia Senqa, delimitando de esta
manera el Cuzco. Así a Amaru Topa Inka le fue dado no sólo su nombre por este
evento, sino también las tierras que estuvieron asociadas al mismo. Estas
tierras, ubicadas al norte del Cuzco tienen características importantes
relacionadas con el concepto de amaru: siempre dan buena cosecha porque
están permanentemente húmedas y están sobre la frontera entre Chinchaysuyu y
Antisuyu. Esta última región (la más húmeda de los Andes) estaba relacionada con
el culto a la serpiente.
Truenos, lluvia, agua y fertilidad
El concepto de Amaru
está estrechamente vinculado con los conceptos de humedad y agua en todas
sus formas: truenos que traen lluvia y su transformación en ríos que finalmente
serán utilizados a través de canales de irrigación para fertilizar las tierras
de cultivo. Las características de los ríos y quebradas, con sus formas lineales
y ondulantes, bien pueden estar relacionadas con el concepto de Amaru,
como una similitud con los movimientos y la forma de la serpiente. Lo mismo puede
decirse de la similitud formal entre los rayos y los movimientos y formas de
las serpientes.
Así, Amaru como
ser mítico es concebido como la serpiente que vuela por los aires, causa
truenos y rayos en las tormentas, trae agua del cielo bajo la forma de lluvia y
se transforma en ríos y quebradas. De esta manera, dadas sus características,
este ser une el cielo y la tierra, trayendo fertilidad.
Tomado de: Incas y
españoles a la conquista simbólica del territorio Humahuaca: sitios, motivos
rupestres y apropiación cultural del paisaje. Boletín del museo chileno de arte
precolombino Vol. 11, N° 2, 2006, pp. 9-34, Santiago de Chile.
LA CRUZ Y LA SERPIENTE


Tomado de: Nicholas Griffiths: La cruz y la serpiente. La represión y el
resurgimiento religioso en el Perú colonial, Fondo Editorial de P. U.
Católica del Perú, lima, Perú, 1998.
Recopilación bibliográfica: Mijail Sarzosa, Facso.
[1] Mailer Mattié: Los Andes, una cultura del agua:
[2] Óscar Arce Ruiz: TIEMPO Y ESPACIO EN EL TAWANTINSUYU: Introducción a las concepciones espacio-temporales de los Incas, Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 16 (2007)
[3] Se sabe por él
mismo que fue natural de Santiago de Hanan Guaygua y HurinGuaygua Canchi de Urcosuyu, entre Canas y Canchis
Collasuyo. Descendientede los caciques
de dicha región. Hijo de Diego Felipe Condorcanqui y de
doñaMaria
Guayrotari, recalcando que todos sus antepasados paternos y maternosfueron bautizados en la fe católica.Hacia 1613 escribió su Relación de Antigüedades de
este reino del Perú,crónica que narra la
historia de los incas hasta la conquista. Lo que diferencia aPachacuti de otros cronistas es su mentalidad. Si
bien es un hombre andinocristianizado, su narración mantiene las estructuras lingüísticas quechuas.Inclusive los pocos dibujos que posee
esta crónica muestran la forma andina"geométrica" no figurativa de concebir al mundo.
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